Somos seres sociales por naturaleza. La comunicación nos sirve para establecer contacto con las personas, para dar o recibir información, para expresar o comprender lo que pensamos, para transmitir nuestros sentimiento...
La comunicación verbal o no verbal (gestos, miradas, postura corporal...) es la base de nuestras relaciones tanto dentro como fuera de la familia.
Conocemos personas que tienen facilidad para relacionarse con los demás; pero también conocemos a otras que tienen dificultad para comunicarse, bien porque son muy tímidas o porque no dejan hablar al resto.
Estos modos de actuar se denominan estilos de relación y de comunicación, en ellos influyen nuestra personalidad y nuestra educación. Los padres y las madres somos modelos con nuestra forma de actuar.
Existen diferentes estilos de relación con los demás:
- Estilo agresivo: expresamos los pensamientos, sentimientos y opiniones de forma inadecuada (sin respetar al otro o imponiendo nuestro criterio).
- Estilo pasivo: no somos capaces de expresar abiertamente sentimientos, pensamientos y opiniones o lo hacemos con falta de confianza.
- Estilo constructivo o positivo: expresamos directamente nuestros sentimientos, deseos, derechos legítimos y opiniones sin amenazar o castigar a los demás y sin violar los derechos de esas personas. Este estilo implica respeto hacia uno mismo, al expresar nuestras opiniones y defender nuestros derechos así como respeto hacia los derechos y necesidades de los demás.
En nuestra familia, debemos utilizar un estilo de relación constructivo.
Pero...
¿Sabemos escuchar los padres y las madres?
Al igual que los adultos, los niños y las niñas necesitan "contar" a los demás sus descubrimientos, sus ideas, sentimientos... Esta necesidad se mantiene a lo largo de su desarrollo, lo que cambia es su forma de demandarla:
- Cuando son pequeños llaman nuestra atención con la sonrisa, el llanto, haciendo preguntas, interrumpiéndonos cuando hablamos, alborotando...
- Cuando se hacen mayores se reduce el contacto corporal y aumenta la comunicación verbal y no verbal. Entonces se hace importante el gesto, el tono de la palabra, las miradas... de modo que la escucha se convierte en fundamental. Los padres y las madres debemos modificar la manera de prestarles atención y escucharles. Es la única forma de estar cerca.
La escucha puede ser:
- Pasiva: actitud indiferente (me oye pero no me escucha). Esta repercute negativamente en nuestra relación.
- Activa: permite a la persona mostrar sus sentimientos, pensamientos... Se trata de escuchar haciéndoles ver que les respetamos y entendemos.
Todos sabemos escuchar, pero no siempre lo hacemos.
En la familia es importante que tengamos momentos de Escucha y que sean frecuentes.
La sensación de sentirse escuchado aumenta la probabilidad de que se comuniquen más y mejor. Esto va a repercutir en un ambiente de complicidad, unión y afecto en el hogar familiar.
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