Por todo ello, es una buena ocasión para:
- Observar las habilidades y debilidades de nuestros hijos e hijas y, sobretodo, trabajar con ellas.
- Darnos cuenta que el miedo puede ser una de las emociones más intensamente vividas en estos días. Nuestros hijos e hijas nos ven preocupados. Nos escuchan constantemente hablar de enfermedad, hospital, sanitarios, policía, muerte… Si además no se les permite ir a la calle, estar con sus amigos y amigas, familiares…pueden terminar sintiéndose tristes, frustrados, impotentes.
Cuando nos sintamos sobrepasados por todas estas situaciones, lo mejor es ser honestos, decirles cómo nos sentimos, qué esperamos o necesitamos de ellos y ellas. Así, también, les permitimos, les enseñamos a expresar, a identificar sus emociones y las nuestras, sus miedos y los nuestros, sus frustraciones y las nuestras… y después… nuestro papel es el acompañarles en estas emociones.
Trabajarlas con cuentos, dibujos, conversaciones (según sus edades).
- Fortalecer los vínculos entre las diferentes personas que convivimos en nuestra familia.
- No preocuparse por mantenerles siempre ocupados. Aburrirse no es malo, todo lo contrario.
- Aprovechar para fomentar valores como la empatía, la responsabilidad, la cooperación, el respeto mutuo, la solidaridad, el respeto de los espacios de cada persona…
- No ser muy exigentes. Dediquemos tiempo sólo a aquellas batallas que lo merezcan o sean importantes de verdad.
Cuidémosnos y Cuidemos de Nuestras Familias
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